VERBALINA Escuela para Escritores

Escuela para Escritores

Tengo que confesarte que nunca he escrito de manera habitual un diario. Ni siquiera cuando era adolescente (me acordaría de ello… de eso no hace tantos años). Pero el destino me ha llevado a vivir en sitios diferentes y, cuando ponía los pies en mi nuevo entorno, sí que sentía la necesidad de contar(me) todo lo nuevo. Me hacía mis libretas (a algunos les parecerán cutres, pero yo prefiero decir que son artesanales) y ahí derramaba todo lo que había ido absorbiendo durante el día: desde la manera de gesticular de los lugareños hasta el color de la luz, pasando por cómo jugaban (o no) los niños en la calle. Y, por supuesto, también hablaba de mí.

Antes no veía en estos diarios más que una manera de no olvidar lo fascinante del día a día, pero ahora, que de vez en cuando miro el mundo a través de las gafas de escritora, los entiendo desde una perspectiva diferente. Dejando a un lado el tomar el diario como material para escribir una autobiografía o unas memorias, para mí un diario es un catalejo que te ayuda a observar con más detalle tanto la realidad como a ti mismo. 

¿Quieres saber cómo? Aquí te cuento 4 maneras en que utilizo mis diarios a la hora de escribir:

1. Como inspiración para la trama: cuando lees en tu diario alguna situación curiosa o algún hecho que, aunque sencillo, te da pie a fabular, utilízalo en tu argumento. Aunque puedes hacerlo de muchas maneras, aquí te dejo 3:

a) Si esa situación es lo suficientemente jugosa, puede constituir ella sola el relato.

b) Si esa situación no es tan potente pero te gusta por otras razones, puedes hacer que sea uno de los acontecimientos que conforman la trama de tu novela.

c) Puede que no escribas esa situación en tu texto, sin embargo puede ser el “chispazo” de inspiración que te hace falta para desencadenar tu historia. En otras palabras, puede ser el punto de partida de la trama de tu novela o relato. Quizás no escribas sobre esa situación exactamente, pero te ha mostrado el camino a seguir y te ha inspirado tu línea argumental.

 
2. Como ayuda en la construcción de personajes y en la voz del narrador actor: habrás oído mucho sobre que tus personajes tienen que ser creíbles. Para ello, tienes que proporcionarlos detalles que los hagan “particulares” (porque en la vida real somos particulares, todos tenemos rasgos distintos). Es probable que alguno de tus personajes esté “viviendo” en tu trama una situación que le provoque un sentimiento que tú has reflejado en algún hecho de tu diario, por ejemplo: alegría. Sin duda, hay muchas maneras de expresar la alegría, algunas son comunes a todos (reir, sonreir…) y otras son personales de cada uno. Ten en cuenta que has escrito el diario de manera espontánea y que, precisamente por ello, cuando te has expresado lo has hecho “de verdad” y de manera personal (como sólo tú te expresas). Recupera esa manera particular en que te has expresado, fíjate cómo has actuado cuando estabas sintiendo alegría y trasládalo al comportamiento y a las palabras de tu personaje. Esto también te puede ayudar a hacer más creíble la voz del narrador en caso de que sea un narrador actor (es decir, en primera persona).
 
3. Como ayuda en la construcción de escenarios y ambientes: en el caso de un diario de viajes está claro que habrás escrito detalles del nuevo lugar donde estás. Como ya has imaginado, ahí tienes material para construir los ambientes y escenarios de tu novela, en caso de que esté en un espacio similar. Además del diario de viajes, también puede ayudarte tu diario personal. Quizás hayas estado, por ejemplo, en una fiesta y has escrito detalles que te han llamado la atención. Si en tu novela o relato el protagonista va a una fiesta similiar, puedes releer tu diario para recuperar esos detalles que ambientan la fiesta que, aunque conoces, en el momento de escribir no los recuerdas o no “caes” en ellos.
 
4. Para perder el miedo a la hoja en blanco: cuando escribimos un diario no es necesario ser creativo porque escribimos de algo que hemos vivido. Por eso solo tenemos que sentarnos y redactar. Normalmente escribimos con fluidez porque tampoco tenemos la presión del cómo empezar la hoja en blanco. Lo que escribimos es únicamente para nosotros y por eso lo podemos hacer sin las trabas que a veces nos ponemos cuando escribimos algún texto literario. Simplemente escribimos (como si fuera poco), y con ello practicamos y vamos diluyendo el muro que se interpone entre la primera página y nosotros. En definitiva: te ejercitas en trasformar tus pensamientos en palabras y coges hábito de escritura.
 
Como te decía, tal y como yo entiendo este tema (que hay muchas formas de verlo), el diario personal nos sirve de catalejo para observar la realidad con más detalle, con más precisión. Y ya sabes que ser observador es una cualidad más que recomendable para el escritor.
 
 
Y tú, ¿de qué otras maneras utilizas tu diario personal en tus textos literarios? ¿Has probado utilizarlo en alguna de esas formas? Cuéntame, cuéntame…

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Espero haberte ayudado a mejorar la calidad de tus textos literarios.

¡Nos vemos entre lineas!
Ruth

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