Tengo que confesarte que nunca he escrito de manera habitual un diario. Ni siquiera cuando era adolescente (me acordaría de ello… de eso no hace tantos años). Pero el destino me ha llevado a vivir en sitios diferentes y, cuando ponía los pies en mi nuevo entorno, sí que sentía la necesidad de contar(me) todo lo nuevo. Me fabricaba de manera artesanal mis libretas y ahí derramaba todo lo que había ido absorbiendo durante el día: desde la manera de gesticular de los lugareños hasta el color de la luz, pasando por cómo jugaban (o no) los niños en la calle. Y, por supuesto, también hablaba de mí.
Antes no veía en estos diarios más que una manera de no olvidar lo fascinante del día a día. Ahora, como escritora, los entiendo desde una perspectiva diferente.
En las siguientes líneas voy a desarrollártelo con detalle. Y si prefieres que te lo explique en vídeo (en lugar de leer este artículo), más abajo lo tienes.
Un diario personal es un registro de tu día a día. En él no sólo narrarás lo acontecido, sino que también expresarás tus sentimientos y emociones, reflexionarás sobre tu contexto (social, económico, cultural…) y anotarás todo lo que te sirva de inspiración.
Hay muchos tipos de diarios: el diario personal, de sueños, de viajes, de trabajo… incluso últimamente se escriben los diarios de gratitud, un tipo de diario que se desconocía hace unos años atrás.
Dentro de estos tipos de diario hay también diferentes estilos. Así, un diario personal o un diario de viaje puede registrar exclusivamente los hechos que vive el autor del diario (donde va y qué hace), o bien puede tener un carácter emocional y expresivo (qué siente el autor o autora, cómo resuelve sus preocupaciones, cuál son su reflexiones filosóficas, espirituales o religiosas sobre lo que acontece, etc.)
El tipo de diario que más nos va a servir a nuestro propósito es un diario personal muy abierto y expresivo. No sólo recogerás los hechos de tu día a día, sino también tus reflexiones y emociones. Además, te servirá de cuaderno inspiracional, donde puedes reunir detalles todo aquello que te llama la atención (frases que has escuchado, gestos que has observado…)
Si quieres comenzar a escribir un diario como parte de tu desarrollo como escritora o escritor, te sugiero que tengas en cuenta los siguientes puntos.
Pero antes, hago un inciso: por supuesto que hay personas, tal vez tú, para las que escribir un diario es algo espontáneo y no necesitan preparación: tienen la necesidad de escribir y escriben. No hay más. Las indicaciones de más abajo son para las personas que no saben por dónde empezar, aunque, por supuesto, si tú escribes el diario de manera espontánea y te apetece probar estas indicaciones, ¡adelante!
La estrella polar que guiará nuestra navegación es que el diario nos sirva como recurso para nuestra actividad literaria.
Teniendo esto en mente, lo primero que te sugiero es que lleves cierta organización al escribir tu diario. Subrayo la palabra «cierta» ya que considero que la organización deber ser flexible, no olvidemos que estamos desarrollando nuestra parte creativa y expresiva, y la flexibilidad también nos viene bien.
El motivo de esta sugerencia no es que me haya convertido en una maniática del orden y concierto (aunque te confieso que también puede ser algo de eso). La razón es que cuanto más organizado esté el diario, con más facilidad podrás recuperar la información después.
A continuación te ofrezco dos ideas, una para antes de la escritura del día y otra para después.
Antes de iniciar la primera línea, referencia la fecha y el lugar desde el que estás escribiendo. Esto te ayudará a localizar el fragmento más adelante, ya que cuando recordamos algo tenemos una idea, aunque sea aproximada, de cuándo nos ocurrió y de dónde estábamos.
Pero además, al indicar la fecha y el lugar ayudas a crear el contexto de lo que escribirás a continuación de manera sencilla y rápida. En otras palabras, si encabezas tu texto señalando donde escribes (una cafetería, tu alcoba al regresar de una fiesta, la piscina del hotel de vacaciones, etc.), creas el contexto de todo lo que se describe y expresa más adelante.
Esto no es algo que puedas hacer antes de escribir, sino que lo harás después, cuando lo leas.
En los siguientes puntos te hablo sobre la necesidad de «dejarte llevar» mientras escribes. Durante el proceso de escritura te concentrarás en el contenido que plasmas en tu diario. Por ello, la redacción no es el mejor momento para clasificar las ideas (tienes que centrarte en escribir).
Sí lo será después, cuando hayas terminado el texto y leas lo escrito. Entonces verás si estás describiendo hechos, si te centras en el comportamiento de alguna persona, si has expresado tus sentimientos, o si has anotado ideas que te resultan inspiradoras.
Dependiendo del tipo de contenido que hayas registrado, establecerás categorías. Si seguimos con los ejemplos anteriores, podrían ser «hechos», «personajes», «emociones» o «inspiración»; pero estas categorías variarán según tus intereses, tu manera de ser y de entender el diario (porque también puede haber otras como, por ejemplo «viajes» o «deseos»).
No es necesario que tengas categorías predefinidas. Surgen de manera orgánica. Según escribes, obsérvate. Así sabrás cómo establecerlas. Puedes comenzar el primer mes con dos de ellas y, a medida que te vas soltando y escribiendo, ir aumentando el número de categorías que utilices (dependiendo de lo que reflejes en tu diario).
Y, ¿para qué sirven esas categorías? Espera y sigue leyendo.
Puedes asignar un color o un símbolo (un triángulo, una flor…) a cada una de ellas. Así, junto a la fecha y lugar que habrás escrito antes de uno de los fragmentos de tu diario, dibuja ese símbolo o pon una línea del color que se refiera a la categoría en cuestión.
De esta manera, cuando necesites encontrar un párrafo sobre, por ejemplo, la categoría «momentos alegres», sólo tienes que fijarte en los fragmentos que estén encabezados por el color o símbolo que lo represente.
En definitiva: las categorías y sus códigos de color o símbolos nos ayudan a recuperar la información cuando queramos trabajar el diario de manera creativa y literaria.
La segunda recomendación que te hago (aunque no es menos importante que la primera) es que escribas sin censurarte.
Escribe con libertad, sin juicios previos. No es necesario que corrijas cada coma según escribas ni que evites escribir ciertas reflexiones porque no sean aprobadas por las personas de tu entorno.
El diario es un espacio para ti, una extensión de tu interior. No tienes porqué mostrarselo a nadie y nadie tiene porqué leerlo (a no ser que eses sea tu deseo). Desnúdate en él y sé libre.
Más adelante, si consideras que vas a trabajar de manera literaria algo de lo que has registrado en esas páginas, será el momento para que lo adaptes y corrijas.
Cuando te hablaba de los tipos de diario te comentaba que el que nos va a ser de más utilidad para nuestro propósito sería un diario personal expresivo y abierto.
Además de tener un registro de lo acontecido en tu vida, te animaba a que expresaras tus emociones, reflexiones, y que fueras más allá, anotando detalles que te inspiraran.
En este campo, el de la inspiración, hay que tener en cuenta que no sólo las palabras nos hacen saltar la chispa creativa. También podemos inspirarnos en imágenes, colores, melodías, sonidos, sensaciones táctiles…
Así, no dudes en incluir en tu diario fotografías, hojas de alguna planta que te recuerde a un lugar, envoltorios de un regalo, etc. Haz dibujos o escribe con letras rotuladas. Lo que te apetezca. Y si tienes dudas sobre si incluir algo o no, recuerda el punto anterior: no te censures y sé libre.
Esta es la primera manera que se nos ocurre de utilizar un diario. Puedes que hayas conocido a una persona cuya vida te resulte literariamente atractiva.
Qué duda cabe que, en ese caso, sus diarios son una crónica de su experiencia vital y, por tanto, un «primer esquema» de la historia que reflejarás en las páginas de tu obra.
En otras ocasiones puede que los diarios sean tuyos y que desees escribir una autobiografía o unas memorias personales. Al igual que en el caso anterior, ahí tienes una crónica de tus vivencias.
En ambos casos, aunque el diario personal es una valiosa fuente documental, no es una obra literaria terminada. Tendrás que seleccionar los hechos más significativos y, por supuesto, elegir la manera de contar esa historia.
Tengo un vídeo muy interesante sobre autobiografía, biografía y memorias. Aquí puedes verlo.
Al margen de utilizar el diario como fuente para biografías, autobiografías o memorias, también puede ser un excelente recurso documental para obras literarias de ficción.
Así, cuando leas en tu diario alguna situación curiosa o algún hecho que, aunque sencillo, te dé pie a fabular, puedes utilizarlo como argumento literario.
Aunque puedes hacerlo de muchas maneras, aquí te dejo tre modos de hacerlo:
a) Si esa situación es lo suficientemente jugosa, puede constituir ella sola el relato.
b) Si esa situación no es tan potente pero te gusta por otras razones, puedes hacer que sea uno de los acontecimientos que conforman la trama de tu novela.
c) Puede que no escribas esa situación en tu texto, sin embargo puede ser el “chispazo” de inspiración que te hace falta para desencadenar tu historia. En otras palabras, puede ser el punto de partida de la trama de tu novela o relato. Quizás no escribas sobre esa situación exactamente, pero te ha mostrado el camino a seguir y te ha inspirado tu línea argumental.
Habrás oído mucho sobre que tus personajes deben ser creíbles. Para ello, tienes que proporcionar detalles que los hagan particulares, distintos unos a otros.
Es probable que alguno de tus personajes esté “viviendo” en tu trama una situación que le provoque un sentimiento que tú has reflejado en algún hecho de tu diario, por ejemplo: alegría. Sin duda, hay muchas maneras de expresar la alegría, algunas son comunes a todos (reir, sonreir…) y otras son personales de cada uno.
Con anterioridad te sugería que fueras libre al escribir tu diario. Por ello, cuando te has expresado lo has hecho “de verdad”, de manera personal (es decir, como te expresas solo tú y no otro como lo hace otra persona).
Recupera esa manera particular en que te has expresado, fíjate cómo has actuado cuando estabas sintiendo alegría y trasládalo al comportamiento y a las palabras de tu personaje. Esto también te puede ayudar a hacer más creíble la voz del narrador en caso de que sea un narrador actor (es decir, en primera persona).
También puede ser que hayas reflejado en tu diario la gestualidad de otra persona que te ha llamado la atención, su tono de voz o las palabras que utiliza. Ni que decir tiene que estos son también rasgos que pueden inspirarte para tus personajes.
En el caso de un diario de viajes está claro que habrás escrito detalles del nuevo lugar donde estás. Como ya has imaginado, ahí tienes material para construir los ambientes y escenarios de tu novela, en caso de que esté en un espacio similar. Además del diario de viajes, también puede ayudarte tu diario personal. Quizás hayas estado, por ejemplo, en una fiesta y has escrito detalles que te han llamado la atención. Si en tu novela o relato el protagonista va a una fiesta similiar, puedes releer tu diario para recuperar esos detalles que ambientan la fiesta que, aunque conoces, en el momento de escribir no los recuerdas o no “caes” en ellos.
Cuando escribimos un diario no es necesario ser creativo porque escribimos de algo que hemos vivido. Por eso solo tenemos que sentarnos y redactar. Normalmente escribimos con fluidez porque tampoco tenemos la presión del cómo empezar la hoja en blanco.
Lo que escribimos es únicamente para nosotros y por eso lo podemos hacer sin las trabas que a veces nos ponemos cuando escribimos algún texto literario. Simplemente escribimos (como si fuera poco), y con ello practicamos y vamos diluyendo el muro que se interpone entre la primera página y nosotros. En definitiva: te ejercitas en trasformar tus pensamientos en palabras y coges hábito de escritura.
Si quieres adquirir el hábito de escritura, comenzar un diario es una idea fantástica si no sabes por dónde empezar.
Por hábito de escritura no me refiero a escribir todos los días (algo que es maravilloso si puedes llevarlo a cabo), sino a sentarte a redactar unas líneas con una frecuencia regular en el tiempo.
Este tema lo he abordado en otro artículo de este blog que puedes leer aquí.
Como te decía, tal y como yo entiendo este tema (que hay muchas formas de verlo), el diario personal nos sirve de catalejo para observar la realidad con más detalle, con más precisión. Y ya sabes que ser observador es una cualidad más que recomendable para el escritor.
Y tú, ¿de qué otras maneras utilizas tu diario personal en tus textos literarios? ¿Has probado utilizarlo en alguna de esas formas? Cuéntame, cuéntame…
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Espero haberte ayudado a mejorar la calidad de tus textos literarios.
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